DANIEL
Fútbol. La Ponferradina no falló y goleó al Celta B (3-0), ampliando su ventaja como líder Balonmano. El Ademar no pudo ganar al Chekhovskie en casa (36-37), en la ida de los octavos de final de la Liga de Campeones
Segunda División B (Ponferradina, 3 - Celta B, 0)
La Deportiva se regala una goleada
Los blanquiazules amplían su ventaja frente al Eibar con un triunfo contundente ante el Celta B
Jonathan Valle se dirige a la grada para celebrar el gol que abrió el marcador, entre la euforia de los aficionados de la Deportiva. DANIEL
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Javier Santiago / Ponferrada
En El Toralín se había visto casi todo. La Liga ha deparado partidos muy diferentes. Éxitos, derrotas, victorias convincentes, triunfos sufridos, tropiezos y solvencia. Pero todavía quedaban cosas por ver. Faltaba, por ejemplo, contemplar a un rival llevando su defensa lejos del área para demostrar su valor y su ambición. Y faltaba también disfrutando a la Ponferradina ganar con amplitud, con aparente comodidad, hasta con cierta relajación.
Ayer ocurrieron todas esas cosas. El Celta B se fue inapelablemente derrotado, pero engrandecido por su propuesta. Y la Ponferradina se regaló una goleada plácida, dejando los nervios para otro día. Además, para perfeccionar la jornada, distancia aún más al Eibar. El previsible mano a mano entre ambos se ha convertido en las últimas jornadas en un monólogo blanquiazul que, si no habláramos de fútbol, podría parecer irrevocable. Para no hacer predicciones que puedan quedar en ridículo, baste la frialdad elocuente de los números. El líder aventaja al segundo en ocho puntos más el ‘goal average’ y quedan siete jornadas.
Con este panorama, la Deportiva está feliz. Las victorias viajeras ante el Osasuna B y el Montañeros, especialmente la última y su fiesta para los aficionados, han acentuado la alegría del equipo. Además, el Eibar está ayudando con sus tropiezos. Así, sólo faltaba una jornada como la de ayer, con victoria generosa en goles y escasa en sobresaltos.
El equipo dominó el partido como domina la Liga. Reaccionó ante la propuesta valiente del Celta B igual que lo hace ante la racanería de la mayoría de sus rivales. Adaptó con inteligencia su caudal ofensivo a las características de la tarde y consiguió encontrar los puntos débiles del contrario. A la vez, se mostró de nuevo impecable en la labor defensiva y dio la sensación de ser invulnerable, porque cuando alguien sobrepasa a la zaga, aparece un Mackay cada vez más grande.
La primera media hora aún permitió algo de incertidumbre porque el marcador estuvo tranquilo. Fue el tramo más apropiado para valorar y agradecer el planteamiento del Celta B, un equipo que está haciendo una temporada enorme y está contribuyendo a dignificar la categoría demostrando que también se puede hacer buen fútbol en estos territorios.
Pero su acto de fe y coraje se quedó sin premio en dos minutos. La Ponferradina empezó a romper el partido tras un córner del que nació una jugada larga. La pelota acabó desembocando en Yuri, un futbolista cada vez más entonado y que apunta grandes cosas de cara a los momentos vibrantes que están por llegar. Desde la línea de fondo puso el balón en el otro costado del área y allí apareció Jonathan Valle para enviarlo a la portería con un derechazo.
El Celta B, siempre valiente, trató de reaccionar creando una ocasión inmediata que desbarató Mackay, pero la respuesta de la Deportiva fue letal. En la contra, Candela asistió a De Paula y el ariete se plantó sólo ante Sergio para batirle con toda elegancia. Dos tiros a puerta y dos goles.
El tercero llevó el mismo camino, con el añadido de que fue ya tras el descanso y sirvió para clausurar definitivamente el partido. En este caso, Jonathan Valle se aprovechó de una defensa ya aturdida y entregó una asistencia perfecta para que De Paula sellase el doblete.
Desde ahí, la Ponferradina aprovechó para divertirse mientras buscaba un marcador aún más lustroso. Y el Celta se encargó de permitir a Mackay una actuación impecable con paradas de auténtico mérito.
Y la cosa acabó con cánticos, con olés y con el Eibar más lejos que nunca. La Ponferradina está feliz y, a veces, el fútbol premia a la alegría.
En El Toralín se había visto casi todo. La Liga ha deparado partidos muy diferentes. Éxitos, derrotas, victorias convincentes, triunfos sufridos, tropiezos y solvencia. Pero todavía quedaban cosas por ver. Faltaba, por ejemplo, contemplar a un rival llevando su defensa lejos del área para demostrar su valor y su ambición. Y faltaba también disfrutando a la Ponferradina ganar con amplitud, con aparente comodidad, hasta con cierta relajación.
Ayer ocurrieron todas esas cosas. El Celta B se fue inapelablemente derrotado, pero engrandecido por su propuesta. Y la Ponferradina se regaló una goleada plácida, dejando los nervios para otro día. Además, para perfeccionar la jornada, distancia aún más al Eibar. El previsible mano a mano entre ambos se ha convertido en las últimas jornadas en un monólogo blanquiazul que, si no habláramos de fútbol, podría parecer irrevocable. Para no hacer predicciones que puedan quedar en ridículo, baste la frialdad elocuente de los números. El líder aventaja al segundo en ocho puntos más el ‘goal average’ y quedan siete jornadas.
Con este panorama, la Deportiva está feliz. Las victorias viajeras ante el Osasuna B y el Montañeros, especialmente la última y su fiesta para los aficionados, han acentuado la alegría del equipo. Además, el Eibar está ayudando con sus tropiezos. Así, sólo faltaba una jornada como la de ayer, con victoria generosa en goles y escasa en sobresaltos.
El equipo dominó el partido como domina la Liga. Reaccionó ante la propuesta valiente del Celta B igual que lo hace ante la racanería de la mayoría de sus rivales. Adaptó con inteligencia su caudal ofensivo a las características de la tarde y consiguió encontrar los puntos débiles del contrario. A la vez, se mostró de nuevo impecable en la labor defensiva y dio la sensación de ser invulnerable, porque cuando alguien sobrepasa a la zaga, aparece un Mackay cada vez más grande.
La primera media hora aún permitió algo de incertidumbre porque el marcador estuvo tranquilo. Fue el tramo más apropiado para valorar y agradecer el planteamiento del Celta B, un equipo que está haciendo una temporada enorme y está contribuyendo a dignificar la categoría demostrando que también se puede hacer buen fútbol en estos territorios.
Pero su acto de fe y coraje se quedó sin premio en dos minutos. La Ponferradina empezó a romper el partido tras un córner del que nació una jugada larga. La pelota acabó desembocando en Yuri, un futbolista cada vez más entonado y que apunta grandes cosas de cara a los momentos vibrantes que están por llegar. Desde la línea de fondo puso el balón en el otro costado del área y allí apareció Jonathan Valle para enviarlo a la portería con un derechazo.
El Celta B, siempre valiente, trató de reaccionar creando una ocasión inmediata que desbarató Mackay, pero la respuesta de la Deportiva fue letal. En la contra, Candela asistió a De Paula y el ariete se plantó sólo ante Sergio para batirle con toda elegancia. Dos tiros a puerta y dos goles.
El tercero llevó el mismo camino, con el añadido de que fue ya tras el descanso y sirvió para clausurar definitivamente el partido. En este caso, Jonathan Valle se aprovechó de una defensa ya aturdida y entregó una asistencia perfecta para que De Paula sellase el doblete.
Desde ahí, la Ponferradina aprovechó para divertirse mientras buscaba un marcador aún más lustroso. Y el Celta se encargó de permitir a Mackay una actuación impecable con paradas de auténtico mérito.
Y la cosa acabó con cánticos, con olés y con el Eibar más lejos que nunca. La Ponferradina está feliz y, a veces, el fútbol premia a la alegría.