GRACILIANO PALOMO | Durante estos cuatro años el PP ha cumplido implacablemente los designios de acabar con la minería del carbón por la vía de asfixiar a las empresas mineras. Primero dejó de abonar las ayudas pactadas para 2012 y las hizo incurrir en deudas con la Seguridad Social.
A continuación argumentó que con deudas a los organismos públicos no se podían recibir legalmente ayudas. La falacia argumental del gobierno ha sido desmontada por dos sentencias de la Audiencia Nacional que recogen como las empresas recurrentes estaban al corriente de pago en el momento de solicitar las ayudas. No hay, por tanto, motivación jurídica sino una decisión política para intentar finiquitar la minería pese a los traumas personales, económicos y territoriales que eso signifique para todas las comarcas afectadas y muy especialmente para El Bierzo, Laciana y la cuenca central leonesa.
El Gobierno ha cumplido, en esta y otras materias (educación, cultura…), la “agenda oculta” elaborada por FAES en su Estrategia Energética Nacional donde se predica un gran futuro para el carbón en todo el mundo (pág. 41) menos en España, porque: “las reservas de carbón nacional son modestas y de calidad pobre. La obligación de utilizarlo por presiones corporativistas y sindicales distorsiona el mercado y la libertad de empresa” (pág. 55). Con la asfixia a la locomotora minera se están hundiendo las empresas subcontratadas, la industria y los servicios auxiliares, el transporte, el comercio y la hostelería (en su mayoría autónomos) radicados en zonas mineras pero también en Ponferrada. En resumen se está desangrando con auténtico sadismo gran parte de la vida económica presente y se está negando el futuro a la gente de las comarcas mineras a los que solo quedará el recurso de emigrar entre responsos por la industrialización alternativa.
Ahora bien, lo peor podría estar por llegar. Porque detrás de la minería irán indiscutiblemente las centrales térmicas. Es obvio que sin carbón de proximidad no serán competitivas porque para quemar carbón de importación y coque de petróleo están las centrales de costa y se ahorran costes de transporte. Ya hay abundantes pistas que corroboran esta estrategia. Primero fue el anuncio de cierre de Anllares sin que ninguna institución se diera por aludida, lo que solo puede significar que está pactada y asumida por el Ministerio de Industria y por la Junta de Castilla y León. No hay planes de modernización para Compostilla (ni para La Robla), pero ENDESA tiene previsto en su Plan Estratégico el “cierre gradual” de sus centrales de carbón a partir de “mediados de 2016”. En cambio, a pocos kilómetros, al otro lado de la cordillera, Energías de Portugal (EDP) anunció el 7 de noviembre pasado que comienza la inversión de 100 millones de euros en plantas de desnitrificación para que las centrales asturianas de Aboño y Soto de Ribera sigan “produciendo electricidad al menos hasta diciembre de 2035”. EDP concretaba que “las obras crearán unos 200 empleos directos y contribuirán a sostener los 400 puestos que forman las (actuales) plantillas”. ¿Hacen falta más señales de alarma sobre el futuro de Compostilla y sus puestos de trabajo?
Para rematar el peligro de pérdida definitiva de la minería del carbón y de las centrales térmicas se nos aparecen unas candidaturas que oscilan entre la falsedad (PP) y la ignorancia (Ciudadanos, Podemos e IU), pero siempre con la resignada hipocresía de aceptar o propugnar el desastre aunque dispuestos a aplicar cataplasmas. Entre los nuevos destaca Ciudadanos, que apuesta abiertamente por el fin de la minería, mientras Podemos pontifica el cierre de las térmicas unos días y otros hace postureo melifluo. Ninguno de estos valora las tecnologías de desnitrificación y de captura de CO2. Parece que no han oído hablar de la CIUDEN, a la que el PP ha intentado disecar. El partido de Rajoy oculta las dificultades (ya demostradas) para reindustrializar las zonas mineras; los emergentes las ignoran.
Lamentablemente solo el PSOE defiende abiertamente la continuidad de la minería del carbón, la continuidad de las centrales térmicas debidamente modernizadas, la combustión limpia del carbón autóctono, la revitalización de la CIUDEN como garantía de la captura del CO2 y de desarrollo tecnológico en El Bierzo. Nos han dejado solos a los socialistas defendiendo el carbón en España, en León y en El Bierzo, pero no estaremos tan desorientados cuando Alemania, el país de Los Verdes, acaba de aprobar un plan pactado entre gobierno y sindicatos para extraer 180 millones de toneladas de lignito —¿qué dirá la FAES?— y mantener 15.000 mineros.
La minería, las térmicas y la CIUDEN están en el filo de la navaja. Su futuro y el de gran parte de la economía, el de miles de habitantes, el de la sociedad en su conjunto y el de la cultura bercianas se deciden en las elecciones del día 20. Esta vez no habrá excusa para el autoengaño ni para la sorpresa. La única y última oportunidad reside en votar al PSOE.
* Graciliano Palomo García es candidato al Senado por el PSOE
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